#33 - Jason Preston: pérdida, catarsis y redención
La nueva incorporación de los Utah Jazz oculta una historia salpicada de desafíos y una terrible tragedia: la muerte de su madre a causa de un cáncer de pulmón.
🆕 Jason Preston: pérdida, catarsis y redención
Los obstáculos que irrumpen en el camino no solo suponen distintas pruebas a los que todo ser humano debe enfrentarse. También asoman como murallas que nos obligan a tomar ciertos desvíos. Senderos que bien pueden culminar en el destino original o, por el contrario, dirigirnos hacia nuevas aventuras.
Aunque su trayectoria en el mundo del baloncesto había seguido una cierta tendencia ascendente durante varios años, Jason Preston progresaba en un relativo anonimato. Su nombre no copaba las prestigiosas listas de ESPN ni las espectaculares recopilaciones de highlights que inundan las redes sociales. No todavía.
Amaba el baloncesto tanto como a su madre, Judith. Fue ella la que lo cuidó en todo momento en su condición de madre soltera. Estaban muy unidos y de este estrecho vínculo nació su pasión por el baloncesto. A pesar de haber nacido en Orlando, sus primeros recuerdos se remontan a aquellos Detroit Pistons de inicios de siglo liderados por Chauncey Billups y Ben Wallace. Ya sea mediante el distintivo Bad Boys 2.0 o el Goin’ to work, aquel equipo revolucionó la NBA con el título de 2004 ante los monstruosos Lakers del Big Four. “Cuando eran realmente buenos”, recordó, bromeando, Jason.
El fuego del baloncesto corría por sus venas y emanaba de él a través de aquel primer balón que Judith le regaló. La pelota naranja era el gran dominador del hogar, pero también disfrutaban juntos viendo partidos de fútbol americano, tenis o béisbol. Agradecían aquellos instantes triviales y la compañía que se regalaban mutuamente. Un cuento que terminó por tornarse en tragedia.
Cuando el pequeño Jason contaba con once años, a su madre le diagnosticaron cáncer de pulmón. Los tratamientos minaron la salud de Judith y el dolor se apoderó de ella. Judith trataba de proteger a su hijo maquillando la situación con un aura de aparente normalidad. Pero Jason sabía que las cosas no iban bien. Su madre no mejoraba aunque luchó ferozmente, haciendo de cada día una batalla, como reconocería el propio Jason. Fallecería cuatro años más tarde.
No solo se había desvanecido su figura materna, sino también su mejor amiga y máximo apoyo personal. Tras el fallecimiento de Judith, su tía fue nombrada como tutora. Tras ello se mudaría desde Jamaica junto con su hijo, Justin Morgan, para hacerse cargo de sus cuidados y ayudarle a avanzar. Todos compartirían vivienda con los hijos del mejor amigo de su madre, Russell y Brian-Marc Whitakker. Preston no duda en ofrecer todo el crédito del mundo a su entorno por acompañarle en esos tiempos oscuros. Sabía que no estaba solo y focalizó todo su dolor y frustración en el baloncesto.
Día tras día, la pelota botaba en las manos de Jason. Su primo, Justin, recuerda pasar largas horas jugando en el gimnasio de LA Fitness, dominando a todos los equipos a los que se enfrentaban. “Siempre ganaríamos con él en el equipo”, afirmó.
Sin embargo, este estrellato LA Fitness no se extrapoló a su etapa en el instituto. Su cuerpo se presentaba demasiado enclenque como para aspirar a cotas mayores. Media 1,80 y apenas pesaba 63 kilos. En su último año en Boone High School anotó un total de 52 puntos. O, lo que es lo mismo, dos puntos por velada en un total de 26 partidos. Y solo sería titular en uno de ellos.
Preston comprendió las señales pero no desanimó. El baloncesto seguiría formando parte de su vida pero únicamente como un componente lúdico. De introspección y catarsis personal.
Así, Jason se inscribió en la cercana Universidad de Florida Central. Quería ser periodista. Si no podía formar parte de la élite profesional, al menos estaría allí para narrarla. De hecho, hasta principios de 2017 escribió para la sección de los Pistons del conocido portal FanSided.
Pero como sabemos todos aquellos que nos dedicamos a esto, las mejores historias suelen irrumpir ante nosotros, siendo ellas las que deciden encontrarnos. Y con Jason no iba a ser diferente.
Ese mismo verano, un amigo le preguntó a Preston si quería participar en una serie de torneos AAU con ellos. Lo cierto es que no fue una de las primeras opciones, sino que su amigo apeló a él debido a una baja de última hora. Eran solo cuatro componentes y sin Preston no podrían siquiera jugar. “Todos jugábamos 40 minutos por partido”, afirmó Jason al medio ESPN hace unos meses. “Fue una nueva oportunidad para mí. En el instituto no tuve la oportunidad de tener tanto la pelota. Era un tirador. En AAU pude jugar mucho con el balón en mis manos”.
El equipo de Preston participó en dos torneos, uno en Georgia y otro en el Wide World of Sports de ESPN, la sede donde, posteriormente, la NBA decidiría organizar la burbuja que finiquitaría la temporada 2019-20. No lograrían la victoria en ninguno de ellos pero Jason jugó lo suficientemente bien como para despertar el interés de diversos scouts y asistentes del panorama universitario nacional.
Viendo que todavía existía un pequeño resquicio por el que colarse, decidió suspender el plan de asistir a Florida Central y esperar a las posibles ofertas que pudiera recibir para formar parte de algún equipo universitario. Los Bulldogs de la Universidad de North Carolina Ashville mostraron interés pero no tenían ninguna beca disponible, por lo que uno de sus asistentes le recomendó la opción de la Prep Academy.
Preston se inscribiría en la Believe Prep situada en Athens, Tennessee, tras estar muy cerca de firmar por una universidad de la División II de la NCAA. “No le he dicho esto a mucha gente, pero un División II llamado Lincoln Memorial University me reclutó. Estuve muy cerca de firmar con ellos. Estaba hecho. Ya estaban enviando los papeles y todo. Fui y volví hasta el último minuto. Pero entonces pensé que ir allí no era lo mejor para mí, mi futuro y mis metas a largo plazo. Así que me marché a Believe Prep.”
Su estuvo repleta de altibajos dentro de un programa muy rico en talento, con hasta cuatro equipos distintos. Si bien su deseo era crecer en el baloncesto, también se exigía a sí mismo los valores que su madre le había inculcado desde muy pequeño: trabajo duro y respeto. Por ello solicitó jugar en el ‘Equipo C’ antes de avanzar hasta el ‘Equipo B’ y finalizar en el primero.
Su juego se hallaba al alza y tuvo una idea. En sus reuniones previas con varios centros, estos echaron de menos algunos vídeos con highlights o entrenamientos. Durante un viaje de ocho horas de regreso tras un torneo en Tennessee, Jason pidió a sus entrenadores todos los archivos de vídeo que tuvieran sobre él. “Fue un largo viaje y pensé que tenía que hacer mi propia mixtape si quería que los entrenadores me vieran y jugar así en el siguiente nivel.”
Una vez que tuvo el producto terminado, Believe Prep compartió el vídeo por Twitter. Fue entonces cuando comenzó otro capítulo de la historia de Jason. De no tener ninguna oferta en firme procedente de alguna universidad a recibir de forma inmediata la llamada de Ohio y Longwood.
Los Bobcats necesitaban un base y Jason optó por instalarse en Ohio. Sintió que encajaría allí. Sin embargo, no sería hasta su segundo año cuando empezó a mostrar su mejor versión. Antes de arrancar el curso 2019-20, Jeff Boals asumió el cargo de head coach y rápidamente se dio cuenta del diamante en bruto que tenía en sus manos.
Después de promediar tan solo seis puntos en su primera temporada, esta cifra se disparó hasta los 16,8 tantos en su año sophomore. Del mismo modo, su cantidad de asistencias ascendió desde las 3,4 hasta las 7,4 finales. “Era un base que pensaba siempre en pasar primero”, recuerda Boals. “Le decía que tenía que anotar más. En el tercer partido sumó 28 puntos, 14 rebotes y 8 asistencias. Eso le dio mucha confianza el resto del año.”
No obstante, su salto definitivo a la primera plana baloncestística tendría lugar el 27 de noviembre del 2020. Aquella noche, los Bobcats visitaron Illinois, un equipo con aspiraciones de luchar por el título, para disputar un partido televisado a nivel nacional. Los Bobcats cayeron por un ajustado 77-75 ante el conjunto liderado por Ayo Donsunmu pero Preston se convirtió en el principal protagonista y centro de atención del enfrentamiento: 31 puntos, 6 rebotes y 8 asistencias, y ninguna pérdida de balón.
A pesar de la gran proyección que le dio dicho partido y las importantes etiquetas que empezaron a atribuírsele –se le conoce por ‘el LaMelo Ball de los pobres’ por sus humildes inicios, su cierto parecido físico y creatividad con el balón–, Preston respondió a todo este escenario con una pasmosa serenidad y humildad. “¿Jugar en la NBA? Por supuesto que me encantaría. Ese es el nivel más alto de baloncesto y algo con lo que he soñado desde que era niño. Es un poco sonrojante estar aquí hoy, pero todo lo que está sucediendo es algo con lo que he soñado.”
Avanzamos siete meses en el tiempo hasta el 29 de julio de 2021. Jason Preston cumplió su sueño tras ser elegido en la 33ª posición del draft por Los Angeles Clippers. Un desenlace con múltiples lecturas que, a su vez, supusieron el desenlace de una trayectoria con múltiples caminos y lecturas. Su entrenador en Ohio definió su carrera hasta entonces como “algo propio de una película”. Él, mucho más sereno, retrocede hasta el principio de su vida, al lado de su madre, Judith.
Si entramos en su perfil personal de Twitter, el encabezado luce la foto de una mujer vestida de blanco subida en el asiento de copiloto de un coche. Jason Preston le devuelve la sonrisa a Judith, mientras repite en su mente: “Todo lo que hago, todo esto, lo hago por los dos.”
Las lesiones y una plaza tan difícil como la de los Clippers no le han permitido brillar en la NBA, obligándole a dar un pequeño paso atrás hacia la G-League. Ahora, los Utah Jazz, con quienes ha firmado un contrato dual, se presentan como una nueva oportunidad para él.
*Esta pieza la publiqué originalmente en MassiveBall en agosto de 2021
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¡Un abrazo y feliz martes!
Jacobo León - El Cartero de los Jazz