#42 - ¿Qué Taylor Hendricks nos espera?
Analizamos las áreas del juego en las que el novato necesita trabajar para asentarse como titular a largo plazo en los Utah Jazz
🆕 ¿Qué Taylor Hendricks nos espera?
En su rueda de prensa de final de temporada, Taylor Hendricks reconoció estar satisfecho con su debut en la NBA. Lo más importante para él fue sobreponerse a la lesión que no le permitió preparar el curso con normalidad y demostrarse a sí mismo que tiene talento suficiente para completar una extensa carrera en la liga.
Más allá del habitual humor que le acompaña y el tapón a Kevin Durant que citó como su mejor momento del año, el rookie reconoció que todavía le queda mucho por trabajar. Compartió las áreas en las que el cuerpo técnico le ha pedido que incida durante el verano, el cual completará, casi en su totalidad, en las instalaciones de los Utah Jazz, como él mismo reconoció.
Will Hardy y compañía identificaron con exactitud tres aspectos clave en los que Hendricks debe enfocarse para maximizar su impacto en la cancha la próxima temporada. La primera de estas áreas es el fortalecimiento físico. Ganar músculo es esencial para que pueda competir más eficazmente contra jugadores más fuertes y robustos, lo que le permitirá mejorar tanto en defensa como en el rebote. Un aumento en su masa muscular no solo le proporcionará una ventaja física, sino que también contribuirá a reducir el riesgo de lesiones.
Además del aspecto físico, el cuerpo técnico ha instado a Hendricks a desarrollar su capacidad para crear juego para sus compañeros y generar sus propios tiros, así como asentar su tiro exterior. Mejorar su visión de juego y habilidades de pase le permitirá ser un facilitador más efectivo en la ofensiva, elevando el rendimiento colectivo del equipo. Asimismo, trabajar en su capacidad para crear y ejecutar sus propios tiros le otorgará mayor autonomía y confianza en situaciones críticas, haciendo de él una amenaza más completa y difícil de defender.
Pero vamos a analizar cada una de ellas con más detenimiento.
Consistencia en el tiro exterior
Uno de los aspectos más importantes en el baloncesto moderno NBA es la capacidad para anotar desde larga distancia con cierta consistencia. Es decir, ser una amenaza, aun sin ser un especialista, pues obliga a las defensas a abrirse, estar más atentas y no colapsar la zona.
Aquellos jugadores que se permiten el lujo de ser nulos en el tiro exterior lo compensan siendo élite de la liga en otro aspecto del juego. Uno de los ejemplos más claros lo representa Rudy Gobert: casi un cero absoluto en ataque, pero con un impacto defensivo tremendo. No es cuatro veces Defensor del Año por casualidad. Otros, como Brook Lopez, tuvieron que transformar por completo su juego ofensivo para adaptarse al cambio de tendencia: de operar exclusivamente en el poste bajo a promediar más de un 35% de acierto en triples en sus últimas ocho temporadas.
Lo positivo para los Jazz es que Hendricks ya ha demostrado que las enchufa desde más allá de siete metros. Solo necesita ser más regular, como sí lo fue en el tramo final de la temporada regular: en los últimos 15 partidos registró un 45,2% de acierto en triples en 4,1 intentos. Hasta entonces su efectividad apenas fue del 32,1%. Si comienza la temporada 2024-25 como finalizó esta, será un habitual en los quintetos de Hardy.
Hasta ahora, los intentos de tres puntos de Hendricks se han limitado casi por completo a situaciones de ‘catch-and-shoot’. El por qué nos llevará al siguiente punto, pero ahora hablaré un poco más de esto. El antiguo alumno de Central Florida anotó el 38,9% de sus intentos tras recepción. Un porcentaje que se dispara hasta el 43,4% desde ambas esquinas: 33 aciertos en 76 intentos. Lauri Markkanen es el único que le superó desde los laterales: un 44,5% de efectividad, 37 dianas en 83 lanzamientos.
Los tres guards habituales del equipo, Keyonte George, Collin Sexton y Kris Dunn, se establecieron como los principales socios de Hendricks, aun sin ser bases al uso. La verticalidad y facilidad de los dos primeros para superar a su par en el uno contra uno generó constantes desajustes que liberaron al alero en el perímetro.
Si la idea es mantener este estilo de juego rápido y disruptivo, Hendricks gozará de muchos tiros el próximo curso. Si, por el contrario, se opta por incorporar a un base de corte más tradicional, el novato estará obligado a explotar su juego offball para facilitar la recepción del balón y, principalmente, añadir la capacidad de crear juego con él en sus manos. Algo en lo que está muy verde a día de hoy.
Manejo y creación
Además del tiro exterior, la anotación de Hendricks en su primer año con los Jazz se condensó también en las transiciones y los cortes a canasta. Su privilegiado físico y potente capacidad de salto le permitían también atacar en el uno contra uno y jugar por encima del aro en la NCAA, pero estas facetas se han visto reducidas por el mayor músculo que impera en la NBA.
No es de extrañar, por lo tanto, que entre los deberes que le ha puesto el cuerpo técnico para el verano se incluyan la creación con el balón en sus manos y una mayor lectura del juego. En regular season le costó mucho anotar tras bote, optando siempre por la penetración a canasta con un abuso de su mano derecha, lo que lo hizo especialmente previsible.
Si bien no posee una mala habilidad para driblar, tiene mucho margen para mejorar su control del balón, principalmente bajo presión y en momentos en los que es necesaria una rápida toma de decisiones. Solo promedió 0,7 pérdidas de balón por encuentro, pero algunas de ellas se produjeron sin apenas esfuerzo defensivo rival.
Además, estará obligado a añadir a su repertorio el tiro de media distancia: tan solo el 3,8% de sus intentos totales se realizaron desde el mid-range. Sus recursos ofensivos se limitaron a dos escenarios: tirar de tres o atacar la pintura. Recuerdo que algún que otro analista comparó a Hendricks con Pascal Siakam antes del draft de 2023. Y se me hace la boca agua solo con imaginar a Taylor desarrollando este tirito desde cuatro o cinco metros en unos años.
Aunque Hendricks se siente más cómodo operando en el perímetro —él mismo reconoció en la rueda de prensa de final de temporada que se ve jugando como alero, no como interior—, desarrollar habilidades en el poste bajo puede diversificar su juego y hacerlo más impredecible. Mejorar su juego de pies, su capacidad para finalizar cerca del aro y su manejo del contacto físico en la pintura lo convertirá en una amenaza tanto dentro como fuera de la zona. No obstante, esto no es prioritario y el cuerpo técnico ni siquiera se ha planteado desarrollar esta faceta de su juego en el corto plazo. Y mucho menos con Lauri Markkanen y Walker Kessler en el equipo.
Ganar masa muscular
Hendricks aterrizó en la NBA con el cartel de 3-and-D y en su año de debut dejó destellos de este potencial. Entre otros, limitar a Luka Doncic a un 39,3% de acierto —11 tiros anotados en 28 intentos— en sus emparejamientos directos. Que no es poca cosa.
Su envergadura y atletismo le hacen sentirse cómodo ante jugadores que no destacan especialmente por sus kilos y que operan a un ritmo más lento. Por ello también defendió a Victor Wembanyama a un buen nivel: el Rookie del Año solo encestó cinco de sus 16 tiros ante la defensa de Hendricks.
Sin embargo, hay dos situaciones en las que sufre especialmente: ante jugadores con más músculo que él y ante equipos que colocan muchos bloqueos para liberar a un anotador veloz, en los que muchas veces se queda atrapado el novato. Tres jugadores ante los que lo pasó realmente mal fueron Devin Vassell, Jalen Green y Klay Thompson. Tiene que mejorar su lectura de los bloqueos y el movimiento de pies.
En definitiva, Hendricks posee todas las cualidades necesarias para convertirse en un jugador determinante en ambos lados de la cancha. De momento, le pedirán que ratifique su estatus de 3-and-D y añade nuevos recursos a su limitado arsenal ofensivo para romper el carácter previsible que ha acompañado a los Jazz durante muchos momentos del curso.
Con que sea un Jonathan Isaac —pero mucho más sano, por favor— yo me doy más que satisfecho, aunque su techo puede ser mayor.
El futuro es suyo.
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¡Un abrazo y buenas noches!
Jacobo León - El Cartero de los Jazz